jueves, 11 de marzo de 2010

Una vida normal


Desde pequeño siempre pensé que tendría una vida lo que comúnmente se denomina “normal”: una familia, mascota, casa, coche, trabajo… Vamos, lo típico. Pero siendo uno ya adulto y viendo lo que me han brindado las circunstancias no puedo más que decir que este mundo es impredecible. Ni siquiera mis padres se imaginaron que su hijo fuera a ser gay. Recuerdo el día que se lo dije, mi padre estaba sentado en su butaca preferida y mi madre se servía un café desde la mesa de la cocina. Era una tarde de domingo lluviosa. Yo había salido la noche anterior (tenía 18 años) y precisamente llevaba varias semanas quedando con un chico. No es que él me convenciera de ello, yo ya sabía que tarde o temprano tenían que saberlo. Así que me armé de valor, tragué saliva y dije: “Papá, mamá, tengo que deciros algo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario